Hace ya algún tiempo, un amigo que indudablemente tenía ganas de que no le volviera a hablar, me envió un correo muy gráfico que recuerda de forma digamos tragicómica, todas esas cosas que nos suceden tras cumplir una cierta edad. Cosas del tipo, "las 7 de la mañana es la hora a la que te levantas y no a la que te acuestas", "escuchas tu canción favorita en el trabajo y no en la discoteca", o lo que es peor, "la gente que empieza en la Universidad nació en 1989".
Y yo, en la barra de un bar, como si volviese a cambiar cromos en el patio del colegio, las enumeraba y repetía en voz baja -"sipi, sipi, sipi, joder Miguel"- protesté -"las tengo todas"- (Miguel es ese pariente que todo inestable emocional como yo debe tener, más que nada para que aporte ciertas dosis de cordura a mi rutina, aunque me temo que él va por ahí diciendo lo mismo de mi, con lo que no estoy seguro de cual de los dos está peor).
Lo que sé con certeza, es que el vértigo que sentí en esos momentos, unido a la más que probable ingestion desmesurada de bebidas alcohólicas (ser primo de Miguel es lo que tiene), fueron las causas que me decidieron a matricularme en la facultad, pero eso si, en la más cercana a casa, que tampoco hay que exagerar.
-"Voy a volver a estudiar"- decidí -"sin ninguna duda es la mejor manera de sentirme joven, ya sabes, Miguel, las clases, los amigos, las risas y si hay suerte algún que otro botellón, desde luego, no hay época mejor"- afirmé.
Miguel me miró, terminó su copa, movió la cabeza negativamente y dijo -"no tienes remedio, eres un claro ejemplo de adulto que pretende seguir comportándose de manera irracional, infantil e inmadura"- y volvió a beber.
-"¿Cómo?"-
-"Tienes lo que se ha dado en llamar síndrome de Peter Pan"-
-"¿Pero, qué dices?"-
-"Es definitivo, no te quieres hacer mayor"-
Este Miguel siempre poniendo el dedo en la llaga. Bueno, el dedo y si le dejan, el brazo hasta el codo -"de todas formas, no tienes de qué preocuparte"- continuó en tono tranquilizador -"que no quieras crecer, no implica que debas parecerte a él"-
-"¿Significa eso que no tengo que usar malla verde ni sombrero con pluma?"-
-"Creo que no"- contestó.
-"Pues menos mal"- suspiré -"aunque pensándolo mejor, esta noche tal vez podríamos imitarle intentando volar"-
-"¿Tomando una gran cantidad de copas"- me preguntó.
-"Elemental, querido Capitán Garfio, elemental"-.